Desde hace muchas décadas, los microbios, en particular las bacterias, se han vuelto cada vez más resistentes a diversos antimicrobianos. El aval de la Asamblea Mundial de la Salud al Plan de Acción Mundial sobre la resistencia a los antimicrobianos, en mayo de 2015, y la Declaración política de la reunión de alto nivel de la Asamblea General sobre la resistencia a los antimicrobianos, en septiembre de 2016, reconocen que la resistencia a los antimicrobianos es una amenaza para la salud pública mundial. Estas iniciativas políticas reconocen el uso excesivo e inapropiado de los antimicrobianos como el principal factor que favorece dicha resistencia, así
como la necesidad de optimizar el uso de estos medicamentos.