Nota científica
24 de abril de 2020
El desarrollo de inmunidad a un patógeno por infección natural es un proceso de varias etapas que suele producirse a lo largo de una o dos semanas. El organismo responde a una infección vírica de forma inmediata a través de una respuesta innata no específica, en la que los macrófagos, los neutrófilos y las células dendríticas frenan el avance del virus y pueden incluso evitar que este provoque síntomas. A esta respuesta no específica le sigue una respuesta adaptativa en la que el organismo genera anticuerpos que se unen específicamente al virus. Estos anticuerpos son las proteínas denominadas inmunoglobulinas. El organismo también genera linfocitos T que reconocen y eliminan las células infectadas por el virus: es lo que se conoce como inmunidad celular. Esta respuesta adaptativa combinada puede eliminar el virus del organismo y, si la respuesta es suficientemente intensa, puede evitar el agravamiento de la enfermedad o la reinfección por el mismo virus. Este proceso se mide a menudo a través de la presencia de anticuerpos en la sangre.