Una de las muchas desigualdades de género en el personal sanitario y asistencial que COVID-19 ha puesto de manifiesto es la relativa al ajuste y el diseño de los equipos de protección individual (EPP). La rápida aparición y la escala de COVID-19 condujeron a la escasez de EPP en la mayoría de los países, causando infecciones y mortalidad prevenibles entre los trabajadores de la salud y otros en primera línea. A pesar de que la mayoría de los trabajadores sanitarios son mujeres, las especificaciones de fabricación de los EPI médicos suelen estar elaboradas en función del cuerpo masculino y se han registrado muchos casos de EPI no diseñados para el cuerpo de las mujeres. El WGH emprendió un proyecto de investigación global para documentar los retos a los que se enfrentan las trabajadoras sanitarias.